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—¿Roberto, escuchás lo que decís? Estás hablando de tus hijos. Hasta para mí tiene un límite nuestra ambición.

—Walter… esa es la diferencia entre nosotros. Vos te conformás con vivir muchas vidas en una sola. Tenés un límite; por más atrocidades que cometas, siempre vas a limitarte a tu única vida. En cambio yo… bueno, mi objetivo es jamás perder mi esencia a través de los años.

—¿Usando a tus hijos?

—¿Qué mejor material genético que mi propio material genético? Aparte, somos compatibles. Por naturaleza tienen una fracción de mi humanidad en su cuerpo. No les molestaría ser una extensión de mi propia humanidad. Es decir, ellos en teoría deberían ser mi potencial mejor evolución.

—No voy a ser parte de esto, Roberto.

—Ahí tenés la puerta, Walter. Sos libre de irte cuando quieras; nadie te detiene. Pero en el fondo sabemos que te gusta el sadismo de la idea.

—¿Qué dice Mary al respecto?