Había tomado la costumbre de hacer registros detallados (no escribir mucho pero sí dejar claro de forma breve todas mis actividades). Me ayudó a organizarme, a hacer más y en sí mismo me mantuvo mejor en lo que quería, aunque nunca hubo esa supuesta perfección que dicen que tienen los oficinistas con sus agendas. Era algo flexible, orgánico y funcionaba.
Aunque hubo problemas luego de algunos meses. No fueron problemas que vinieran de mí sino externos. Demasiados obstáculos y trabas como para partirme al medio. Traté de ser optimista, pero al final no vi demasiada esperanza en mis intentos de solucionar la situación. Así que estoy en un problema complicado.
Nunca dejaron mis vecinos de hostigarme con sus críticas (que ya expliqué que otros creen que estas críticas deben ser alucinaciones mías). Quiero decir que yo tuve que mantener la concentración con ellos en contra, jodiendo sin parar. Creo que lo hice admirablemente para todos los desafíos que tuve. Pero ¿saben qué? Un día pasaron desastres inesperados y me derrumbaron todo el camino adelante de mí y no sé por dónde seguir.
Ahora, viendo que todo está mal, los vecinos aprovechan para burlarse. Y yo ya no puedo decir que les voy a cerrar la boca con mis actos y resultados porque ya no puedo, las desgracias me lo sepultaron todo, me dejaron bloqueado el paso de manera formidable porque fueron muchos problemas juntos y todos confabulados para cagarme la vida. Ni una buena noticia y en cambio sí un montón de cosas malas. Y no vale fingir que no pasa nada o ilusionarse con que la desgracia te fortalece, no, te caga la vida cuando es realmente una desgracia y especialmente cuando son muchas. Gente irresponsable. Problemas imprevistos. Aumentos brutales de tarifas. Ruidos y molestias permanentes. Cada uno de los nuevos problemas hizo su parte para interrumpir y quebrar mi rutina, pero no es que yo no tenga fuerza de voluntad sino que me lo bloquearon todo para que ni con voluntad pueda hacer nada. Y debo repensar mis estrategias y acciones de aquí en adelante.